
El estrés constituye cualquier acción ambiental: física, biológica, emocional, social, etc. Éste actúa sobre las personas, tanto en el campo orgánico-somático (cuerpo) como psicobiológico (mente, cerebro).
Las situaciones ambientales que tienen más relevancia sobre las personas son las de su ambiente habitual o natural, de manera paradójica en la actualidad es la ciudad.
Nuestro lugar de residencia, con los problemas de tránsito, contaminación atmosférica y acústica, etc.
Los orígenes del estrés
Durante los 100 mil o más años de existencia de nuestra especie, hemos vivido en un ambiente natural propiamente tal.
En nuestra condición de sedentarios, marcada por el inicio de la agricultura, hemos vivido alrededor de 10.000 años.
En los últimos 100 años las ciudades se han desarrollado de manera notable y después de la Segunda Guerra Mundial hemos asistido a modificaciones extraordinarias.
Como por ejemplo, desarrollo de la psicofarmacología y de la medicina en general, velocidad y masificación de los medios de transporte, tecnología avanzada en las comunicaciones , incluido Internet, amenazas medio-ambientales, etc.
Es decir, nuestro ambiente cambia a velocidad creciente por la acción socio-cultural de la misma Humanidad).
Los efectos de este desarrollo
Estos cambios obligan y ponen a prueba la capacidad de adaptación de nuestro organismo, lo que incluye el sistema nervioso y la mente, que en muchas ocasiones reaccionan al límite o más allá de la capacidad de respuesta.
Cuando este se repite una y otra vez, aparecen síntomas de variable intensidad, a veces patológicos.
Esto no significa que sea solamente el ambiente el responsable de nuestras molestias, síntomas o enfermedades. En realidad, gracias a los cambios introducidos por el mismo ser humano han mejorado de manera impresionante las condiciones de vida en partes considerables del planeta.
Aquí podemos mencionar el control de muchas enfermedades, mejor manejo de las condiciones sanitarias, elevación considerable de la expectativa de años para vivir, alivio del trabajo extenuante, etc.
Una parte importante de la posibilidad para mejor adaptarse es nuestro material genético que le permite a nuestra mente y soma resistir el impacto ambiental desfavorable, capacidad denominada resiliencia.
Cómo se manifiesta el estrés diario
Las molestias o síntomas que causa el estrés para resistir las modificaciones del ambiente, por ejemplo congestión vehicular, aglomeración de personas, contaminación acústica (recién aparecidas en la historia evolutiva de la Humanidad) se expresan de varias formas:
Corporalidad: dolores varios, hipertensión.
Emocionales: ansiedad, insomnio, irritabilidad, desanimo, aumento o disminución del apetito.
Conducta: consumo de estimulantes, alcohol, tabaco, violencia (incluyendo la manera de conducir).
Tales síntomas son las señales que se han desarrollado desde millones de años y nos permiten percatarnos que estamos en riesgo.
Las soluciones de fondo son de lenta implementación pues comprometen a la sociedad (desarrollo social, ambiental, sanitario, etc.).
Las que tenemos a la mano y que tienen un valor preventivo de este estrés diario pueden ser:
Desarrollo del interés por las actividades físicas.
Desarrollo del interés por las actividades recreativas.
Manejo de las conductas inapropiadas: consumo de alcohol, tabaco, drogas,
manejo de los hábitos de alimentación con una dieta balanceada.
Desarrollo del interés por el ocio, descanso y períodos de vacaciones.
Además, tenemos medidas de acción inmediata:
- Planificación de los tiempos de viaje, anticipación a la congestión del tránsito.
- Conducir sin distractores, excepto música.
- Realizar gimnasia.
- Planificar el tiempo de sueño.
- Planificar el tiempo para descansar y compartir con la familia y amistades.
Dr. Pedro Retamal C.
Profesor Asociado de Psiquiatría
Facultad de Medicina . Universidad de Chile
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